Jacksson Álvarez: de mis poemas y otros intentos

Por: Jacksson Álvarez. Con la humildad que preside a un aprendiz, me dispongo a plasmar en este espacio digital un corto de autobiografía. En estas líneas, seré yo quien esboce los contornos de mi experiencia como aprendiz de poeta, aprendiz de escritor, aprendiz de cuentista.

Me autodenomino aprendiz, porque, a pesar de los años que llevo dejando constancia de mi creación intelectual en la inmensidad de la red, sigo considerándome un eterno estudiante de las letras. En este camino, he tropezado con críticos que, con inclemente sinceridad, aseveran que me encuentro lejos del dominio del arte, y otros que, quizás impulsados por la amabilidad, susurran que estoy cerca. En este eterno juego de comparaciones, sólo puedo afirmar que soy un aprendiz.

Aquel que se atreve a decir que un poema, una historia, un escrito, es superior al de otro, no es a quien dedico mi trabajo. Creo que la inspiración es un acto supremo de individualidad que se revela a través del arte de su creador. Un creador puede cuestionar su obra, puede aspirar a su perfección, pero calificarla de inferior en comparación con otra, más que humildad, es insolencia.

Mi romance con la poesía comenzó a mis ocho años, cuando un libro de poesías para niños de Ramón Villegas Izquiel, un poeta de El Baúl, Estado Cojedes, germinó en mí la semilla de los versos. Unos años más tarde, escribí mi primer poema, un humilde homenaje a mi maestra y una prueba de mis habilidades. ¿Mi sorpresa? El caluroso aliento que me brindó mi maestra Celenis, quien fué mi docente en sexto grado, y las felicitaciones de mis compañeros. Ojalá todos fueran como Celenis.

A lo largo de los años, he escrito cuentos cortos que se han perdido en los recovecos de mis cuadernos del liceo, al igual que otros poemas. Los he plasmado en hojas sueltas, en guías de la universidad, en servilletas durante reuniones y festejos con amigos, incluso en las agendas de reuniones, de las cuales a veces hacía fotografías para compartir en redes sociales.

Este recuento, aunque breve y condensado, es una invitación a la percepción para aquel que desee leer mis escritos. Son míos, únicamente míos, y si nadie llegase a apreciarlos o atesorarlos, así será.

 

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 Tu cuerpo me gusta. De Jacksson Álvarez 

Mujer, tu cuerpo me gusta
Y lo sabes.
Recorro cada curva de él
Cada lunar, cuales estrellas
Se pintan sobre el lienzo de tu piel.


Así, me detengo en tus caderas
Ese acantilado hermoso
Desde donde saltan mis pasiones
No importa si en la caída me pierdo
Dejando descubiertas mis emociones.

Tu cuerpo me gusta y lo sabes,
Nada iguala la belleza de tus manos
Tras la penumbra parecieran
Aves que volando llevan
Suspiros, alientos desenfrenados.

Como parte de tu ser, tu boca;
Arrebol rojo sobre blanca piel
Los besos que otorgas cual trofeo
Y que solo en brazos de Morfeo
Batallo sin clemencia por tener.


Tu cuerpo, mujer; reflejado en mi mirar
Va más allá de todo deseo,
Más allá de los que hombre alguno
Aún favorecido por Dios logre alcanzar.
Más tú te me ofrendas, desnuda, cual rosa
Cual afrodita renaciendo de los mares
Mujer, tu cuerpo me gusta
Y lo sabes.

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Muros lapidantes. De Jacksson Álvarez

Si entre estas paredes pudo haber existido algo de mí
Seguramente era porque estabas tú.
Despierto con los ojos cerrados, solo para creer que has vuelto,
Para imaginar tus pasos, tu voz entre este suelo y el techo.
Imaginando encontrarte en cualquier parte de este cerco
Aunque tu ausencia haga estragos en mi vida de ruegos.


En esta casa es menos lo que queda de mí, aún estando;
Y tanto lo que dejó tu ausencia, no en vano.
Son mis tristezas la forma más certera de recordarte
Porque un tiempo fui feliz, cuando me amaste.
Así, un despojo ven los ojos de los hombres, que increpantes
Preguntan si es una sombra lo que sigo o pasos de otro instante.


Aquí están los cuartos, la sala, las paredes sin pintarse,
Aunque haya puertas y ventanas abiertas
No las veo, no me interesan los tiempos incesantes.
Es solo esta tristeza de perderte, de no hallarte,
Lo que hace que mi vida no tenga razón de ser
Entre estos malditos muros lapidantes.

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Somarí #2 con #3. De Jacksson Álvarez

..

También puedo quererte
a respiros
Y a suspiros de pensamientos

...
Me obsesiona ser puntual,
sobre todo si se trata de llegar a tiempo a tu vida.

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Somarí del eco. De Jacksson Álvarez

...
Cual viento en el desierto cierto
    Que choca sobre la duna una
          Esperanza de encontrarte arte
   Canto sin certeza alguna una
Muralla que ayer tiraste hazte
   De cuenta que te saluda duda
De quererme o ignorarme arme
   Luces tristes para un sol sin su luna.... luna.

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Continuidad. De Jacksson Álvarez

Yo hice una mochila
... Y tu cargabas la propia, deberíamos desempacar.

...

Como iba a saber que me buscabas
Si era otra ciudad, otras calles
Eran otros ríos, otros puentes
Ni que decir de los relojes
Ni día, ni a que hora esperabas.

Como iba a saber que me buscabas
Si también saliste de viaje
Eran otros medios, otro embalaje
Sin contar que lo que empacaste
Tampoco era lo que acostumbrabas.

Como iba a saber que me buscabas
Si ni siquiera adecuaste el traje
Yo menos, que andaba en otra calle
Nosotros, el destino y su viraje
Cuando aquella tarde nos juntaba.






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