"Tiende tu cama" y otros pequeños hábitos que cambiarán tu vida y el mundo.

Cada mañana del entrenamiento básico SEAL, mis instructores, que en aquel entonces eran todos veteranos de Vietnam, entraban a mi habitación del cuartel y lo primero que hacían era inspeccionar la cama. Si la habías hecho bien, las esquinas estarían perfectamente cuadradas, las cobijas bien estiradas, la almohada centrada justo frente a la cabecera y la cobija adicional doblada pulcramente al pie del camastro.

Era una tarea sencilla, rutinaria en el mejor de los casos, pero cada mañana se nos pedía que hiciéramos la cama a la perfección. En aquel momento me parecía ridículo, sobre todo en vista de que aspirábamos a ser guerreros de verdad, comandos SEAL rudos y endurecidos por el combate, pero la sabiduría que envolvía aquel acto sencillo se me ha evidenciado en múltiples ocasiones.

Si tiendes tu cama cada mañana, habrás cumplido la primera tarea de tu día. Te dará una ligera sensación de orgullo y te alentará a hacer otra tarea más, y otra, y otra. Para el final del día, esa tarea cumplida se habrá convertido en un sinfín de tareas cumplidas.

Tender tu cama también reforzará la certeza de que las pequeñas cosas de la vida tienen importancia.

Si no puedes hacer las cosas pequeñas correctamente, jamás harás las cosas grandes correctamente. Y si por casualidad tienes un día terrible, regresarás a casa a una cama 63 bien hecha —que hiciste tú—, y esa cama tendida estimulará en ti la idea de que mañana será mejor.

Si quieres cambiar al mundo, empieza por tender tu cama.


William H. McRaven 


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